Artículo de Jesús Ortega (presidente de RECAMDER) y Juan Carlos Casco (CEO de Emprendedorex.com) 

La humanidad se encamina hacia la revolución más profunda de la historia, un salto cualitativo que transformará nuestro mundo conocido. El trabajo, la producción, los empleos, las relaciones laborales, la fabricación, los productos, los servicios, las comunicaciones, las artes, la educación, la sanidad, el turismo o el ocio serán resignificados y rediseñados por completo. Que estamos entrando en una nueva dimensión y un nuevo paradigma, hasta un ciego puede verlo.

La Inteligencia Artificial lo está cambiando absolutamente todo y lo hará hasta unos límites cuya profundidad es difícil avizorar, incluso para los más audaces y atrevidos que se animan a mostrarnos las fronteras de lo imposible a través de la ciencia ficción, pues la velocidad de los acontecimientos a veces la pone en evidencia.

Estamos en la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por la irrupción de un ramillete de tecnologías disruptivas (big data, robótica, programación, blockchain, fabricación aditiva, realidad aumentada…) en un proceso de convergencia tecnológica NBIC (nanotecnología, biotecnología, infotecnología, cognotecnología) desbocada, a la cabeza de las cuales se sitúa la Inteligencia Artificial. Esta nos conducirá, en una fracción minúscula de tiempo, hacia la Quinta Revolución Industrial, en la que las máquinas aprenderán solas y se autoprogramarán, revolucionando la producción y la logística a escala global.

El mundo rural ante las Revoluciones Industriales a lo largo de la historia

El papel del mundo rural en las tres Revoluciones Industriales anteriores, caracterizadas por la aparición de la máquina de vapor, la electricidad y la informática, fue residual o nulo. Sin embargo, en la Cuarta Revolución Industrial, con la Inteligencia Artificial a la cabeza, puede desempeñar un papel relevante, ya que la aplicación de estas tecnologías diluye las fronteras centro-periferia y rompe el modelo espacio-tiempo. El momento para poner a trabajar al mundo rural en esta senda es ahora o nunca, pues el acceso y uso de las nuevas tecnologías se ha democratizado y la clave está en cómo aprendemos a utilizarlas para crear valor y riqueza revolucionaria en todos los ámbitos y actividades.

El mundo rural en la encrucijada

Los autores del artículo hemos sido partícipes y hemos vivido de primera mano los movimientos del mundo rural en los últimos cuarenta años: la emigración, la crisis de las actividades del sector primario, el surgimiento y eclosión de Internet y las TIC. Esta visión en perspectiva, desde un interés prospectivo, nos pone el foco en la incorporación de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial y la Inteligencia Artificial al mundo rural. O lo hacemos ahora con decisión, o, cuando pasen pocos años, será muy tarde.

Estamos en el momento clave para repensar, resignificar y rediseñar el futuro del mundo rural desde una acción decidida. Para ello, necesitamos concitar las voluntades y alianzas de Grupos de Desarrollo Rural, autoridades, empresas, tecnólogos, centros de innovación y conocimiento, entre otros, en torno a la creación de grupos motores que aborden de manera práctica las estrategias, programas y proyectos para dar el gran salto adelante.

Dos grandes líneas de trabajo para los próximos años

La materialización práctica de este planteamiento estratégico se proyecta en dos ámbitos de acción estratégica desde los Grupos de Desarrollo Rural:

1.- Creación de laboratorios y espacios para el aprendizaje y la aplicación práctica de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial en el entorno rural, para que nuestros jóvenes, empresas, trabajadores y población en general aprendan a trabajar con ellas y aplicarlas a sus actividades.

2.- Conexión de las empresas, ayuntamientos, organizaciones y ciudadanía del mundo rural a la Inteligencia Artificial, para su manejo y aplicación práctica e inmediata a sus actividades diarias, de las que mostramos algunos ejemplos:

Pequeñas empresas y comercios: Diseño gráfico, ofertas personalizadas, chatbots, gestión de tareas y branding (como diseño de logos).

Empresas turísticas: Creación de contenido visual y mapas personalizados, automatización de respuestas a los clientes.

Empresas agrarias: Gestión eficiente de cultivos y ganado (siembras, plagas, riego, seguimiento).

Entidades culturales: Traducción, creación de recursos audiovisuales, música y podcasts.

Industria y artesanía: Diseño de productos, tiendas online y promoción digital.

Agroindustria: Mejora de procesos, controles de calidad y diseño de envases, embalajes, etiquetas, etc.

Atención al cliente: Chatbots, encuestas, recomendaciones personalizadas y seguimiento.

Ayuntamientos y servicios comunitarios: Automatización de servicios, generación de contenido y noticias, recorridos virtuales y comunicación local.

Educación: Clases y materiales personalizados, resolución de dudas.

Servicios públicos y empleo: Asesoramiento, currículums y formación personalizada.

Atención social y mayores: Emergencias, citas médicas y acompañamiento virtual.

Otras actividades rurales: Transporte, seguridad y promoción de productos locales.

Y todo esto no es fácil, pero tendremos que abordarlo sin dejar de hacer lo que estamos haciendo, a la vez que nos ayudará a mejorar procesos y optimizar resultados. No es momento de entretenernos en cosas superfluas, es el tiempo de la creatividad, la innovación, el talento, el emprendimiento y el liderazgo.

No debemos dejar pasar este tren de alta velocidad de la Cuarta Revolución Industrial y la IA; sería lo peor para el mundo rural. Tenemos la oportunidad de resurgir y vamos a aprovecharla.

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